EDITORIAL: Transitando un año especial para nuestra fuerza política

por Maricel Etchecoin Moro, Diputada Nacional.

Estamos transitando un año muy especial para nuestra fuerza política.

Hace casi 20 años, convencidos de que no había forma de ofrecerle esperanza a la ciudadanía si no se dejaba atrás la matriz de poder que nos había llevado a la crisis, que no sólo era económica sino profundamente política, interpelamos a todo el sistema naciendo como Movimiento ARI. Por supuesto, lo hicimos conducidos por quien se animó, y con mucho coraje, a salirse de las viejas estructuras partidarias: Elisa Carrio.

Así, hemos sabido constituirnos como autoridad para la Nación y hemos interpelado a la ciudadanía impugnando las mismas bases del sistema, que por momentos nos costó el apoyo de la gente. Cambiar, asumir la necesidad de transformar lo que siempre conocimos como dado y natural requiere mucho esfuerzo y sacrificio, y esta fuerza política es una demostración de ello, ya que durante nuestros primeros 15 años nos tocó batallar en soledad, dando el testimonio que la Nación necesitaba en el camino hacia la dignidad.

Ahora, con la distancia que confiere el tiempo transcurrido podemos decir que hemos logrados despertar la chispa que, 15 años más tarde, le daría a la Argentina la oportunidad de pelear por su propia historia, para dejar atrás esas formas del poder que nos condenaron al fracaso de manera permanente. Ese poder tuvo y tiene una pedagogía muy cruel: plantó siempre la semilla de la dependencia, ya no hacia intereses extranjeros, sino a intereses igual de extraños pero internos; los de una clase política ensimismada, viciada de sus propias prácticas, sumergida en la omertá.

De ahí la vocación permanente del ARI en su origen y de la Coalición Cívica después, de fundar espacios que le dieran el volumen necesario para, en primer lugar, representar la rica pluralidad de una Argentina profundamente diversa, y a la vez, ser un gran movimiento ciudadano que trascendiera las pertenencias partidarias. Asimismo la convicción de apostar fuertemente a la formación con el fin de construir una estructura de pensamiento y una mirada cultural que pondere la acción política, la vida del espíritu y la cultura, sin la cual esa acción es ineficiente, injusta e irresponsable, como señaló Lilita al fundar el Instituto Hannah Arendt, una usina de ideas que nos acompaña aún hoy, y con más fuerza en la actualidad.

No por nada nos llamamos la Coalición Cívica; en principio, porque desde nuestro nacimiento hemos convocado a liderazgos con distintos orígenes, incluso por fuera de las estructuras partidarias, y muchos otros con trayectoria en ellas.

Instalamos una nueva forma de liderazgo, siendo precursores en materia de igualdad de género y el rol de la mujer en la política. Tuvimos la primer presidenta mujer de un partido político, quien tenemos el honor que escriba unas líneas en esta edición, la querida Elsa Tata Quiroz.

Vinimos a fundar algo nuevo que se cristalizó en un partido y sin abandonar nuestra vocación de construir nuevas coaliciones que nos permitieran a partir de pequeños pasos cultivar el camino que nos llevara a ese gran objetivo. Por supuesto, lo logramos finalmente con Cambiemos.

Y nuestra tarea no cambió, ni terminó. Sigue siendo la de mantener vivo el sueño de una nación libre e igualitaria, apegada a la ley y al desarrollo.

A casi 20 años de nuestro nacimiento, podemos estar satisfechos pero no cómodos.

Todavía queda mucho por hacer para cambiar de una vez y para siempre nuestra Argentina. Nacimos y morimos muchas veces, todavía nos quedan algunas más. Porque la política es el arte de volver a comenzar.