por Marcela Campagnoli, Diputada Nacional por la Provincia de Buenos Aires – Coalición Cívica ARI. Abogada y profesora de historia.
“¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que dará este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal.” Esta frase, fue escrita por el gran filósofo español José Ortega y Gasset, en “Meditación de un pueblo joven”, en el año 1964.
Pasaron décadas desde que esa frase retumba en nuestros recuerdos y nosotros seguimos aquí: desesperanzados, dando vueltas y vueltas, peleándonos entre hermanos sin solucionar los temas prioritarios, sin ocuparnos de fijar objetivos concretos y decisiones que implementen el logro de esos objetivos.
Y yo me pregunto: ¿qué nos pasa? ¿por qué tanto desaliento? ¿por qué esta manera tan pesimista de ver la realidad desde nuestra zona de confort? ¿No hay algo más que cada uno de nosotros pueda hacer para cambiar lo que nos está pasando?
Hoy, me gustaría que reflexionáramos un poco sobre la manera en que estamos enfrentando esta realidad que nos toca vivir. ¿Qué estamos haciendo al respecto? ¿Cómo estamos viviendo este tiempo de crisis global que nos toca atravesar a todos? Porque la pandemia es un problema global. No sólo nuestro, de los argentinos.
Estamos viviendo tiempos de gran incertidumbre. Un contexto que no podemos cambiar, aunque, como diría Viktor Frankl, bien podemos cambiar la mirada de esto que nos toca vivir hoy. Porque el sentido de la vida, según Víktor Frankl, está en hallar un propósito, en asumir una responsabilidad para con nosotros mismos y para la persona. Cada uno de nosotros debe tener un propósito que lo mueva a despertar con ganas todos los días. ¿Cuál es nuestro propósito? ¿Dónde queremos ir como Nación?
¿Argentinos, dónde queremos ir? ¿Qué estamos esperando? ¡No nos acostumbremos a no estar bien! ¡Basta de acostumbrarnos a no estar bien! Busquemos el sentido de nuestra vida en cada etapa de nuestra existencia.
Entonces, ¿qué deberíamos hacer diferente para estar mejor?
¡Argentina, Talita Kum! Esta fórmula aramea que significa “muchacha, a ti te digo, levántate”, fue pronunciada por Jesús para resucitar a la hija del jefe de la sinagoga tras haberle tomado la mano. Los invito a releer Marcos 5, 41 y reflexionar. ¡Reflexionemos! Pensemos qué podemos hacer para darnos cuenta de que no todo está perdido. Porque realmente, hasta nuestro último respiro, ¡no todo está perdido!
¿Qué significa esto para mí, hoy? Personalmente, creo que significa que no debemos bajar los brazos. No podemos darnos el lujo de perder las esperanzas; de entregar nuestros sueños; de no sembrar un futuro para nuestros nietos. ¿Cómo echar por tierra tanto esfuerzo que hemos empeñado?
¡No nos dejemos avasallar más! ¡No nos dejemos amedrentar! Basta de tener miedo. Basta de que nos inoculen miedo o esa
sensación de fracaso que tanto nos persigue. La libertad es un trabajo colectivo; es una decisión que debemos tomar cada
mañana, al despertarnos, más allá del agobio, de los embates, de las malas noticias, de estos tiempos de tanta incertidumbre, de
tanta tormenta.
¡Argentinos, a las cosas! ¡Argentinos, a las cosas! ¡Pongamos manos a la obra! Nadie limpia un tanque de agua sentado cómodo
en su sillón. Seamos responsables de nuestro destino. No nos acostumbremos a lo que no nos gusta. ¡Construyamos ese país
que tanto añoramos!
¡La victoria está en transitar el camino hacia esa república que todos queremos con tantas ansias! Ése es nuestro propósito, hoy.
¡¡Argentina!! ¡¡Talita kum!!